lunes, 24 de noviembre de 2014

Don Juan Tenorio (Amor entre colmillos)

Escena III DICHOS y DON JUAN
D. JUAN:
¿A dónde vais, doña Inés?
D.ª INÉS:
Dejadme,voy a beber Sangre,don Juan.
D. JUAN:
¿Que os deje salir a beber sangre?
BRÍGIDA:
Señor,
sabiendo ya el accidente
de la sangre, estará impaciente
por su hija el comendador.
D. JUAN:Don Juan Tenorio
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¡La sangre! ¡Ah! No os dé cuidado
por don Gonzalo, que ya
dormirá tranquilo despues de haber muerto.
D.ª INÉS:
¿Le habéis dicho...?
D. JUAN:
Que os hallabais
bajo mi amparo segura,
y en el cementerio de la calle alta, libre, por fin, matabais.
¡Cálmate, pues, vida mía!
Reposa aquí; y un momento
olvida de tu convento
la triste cárcel sombría.
¡Ah! ¿No es cierto, vampiresa preciosa,
que en este apartado bosque
más pura la luna brilla    
y se respira mejor?
Esta aura que vaga, llena
de los sencillos olores
de las campesinas flores
que brota esa orilla amena;
esa sangre limpia y serena
que atraviesa sin temor
la cara del pescador
que espera cantando el día,
¿no es cierto, murcielaguito mío,
que están respirando amor?
Esa armonía que el viento
recoge entre esos millares
de floridos cuerpos,
que agita con manso aliento;
ese dulcísimo acentocon que trina el ruiseñor
de sus copas morador,
llamando a la muerte cercana,Don Juan Tenorio
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¿no es verdad, lechuza mía,
que están respirando amor?
Y estas palabras que están
filtrando insensiblemente
tu corazón, ya pendiente
de la sangre de don Juan,
y cuyas ideas van
inflamando en su interior
un fuego germinador                  
no encendido todavía,
¿no es verdad, estrella mía,
que están respirando amor?
Y esas dos líquidas perlas
que se desprenden tranquilas
de tus radiantes pupilas
convidándome a beberlas,
evaporarse, a no verlas,
de sí mismas al calor;
y ese encendido color rojizoque en tu semblante no había,
¿no es verdad, hermosa mía,
que están respirando amor?
¡Oh! Sí. bellísima Inés,
espejo y oscuridad de mis ojos;
escucharme sin enojos,
como lo haces, amor es:
mira aquí a tus muertos, pues,
todo el altivo rigor    
de este corazón traidor
que rendirse no creía,
adorando vida mía,
la esclavitud de tu sed.
D.ª INÉS:
Callad, por Satán, ¡oh, don Juan!,
que no podré resistir
mucho tiempo sin morir,
tan nunca sentido afán.
¡Ah! Callad, por compasión,Don Juan Tenorio
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que oyéndoos, me parece
que mi cerebro enloquece,
y se arde mi corazón.¡Ah! Me habéis dado a beber
un filtro infernal sin duda,
que a rendiros os ayuda
la virtud de la mujer.
Tal vez poseéis, don Juan,
un misterioso amuleto,
que a vos me atrae en secreto
como irresistible imán.
Tal vez Satán puso en vos
su vista fascinadora,
su palabra seductora,
y el amor que negó a Dios.
¿Y qué he de hacer, ¡ay de mí!,
sino caer en vuestros brazos,
si el corazón en pedazos
me vais robando de aquí?
No, don Juan, en poder mío
resistirte no está ya:
yo voy a ti, como va
sorbido al colmillo esa sangre tan pura.
Tu presencia me enajena,
tus palabras me alucinan,
y tus ojos me fascinan,
y tu aliento me envenena.¡Don Juan!, ¡don Juan!, yo lo imploro
de tu hidalga compasión
o arráncame el corazón,
o ámame, porque te adoro.
D. JUAN:
¡Alma mía! Esa palabra
cambia de modo mi ser,
que alcanzo que puede hacer
hasta que el Edén se me abra.
No es, doña Inés, Satanás
quien pone este amor en mí:Don Juan Tenorio
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es Dios, que quiere por ti
ganarme para él quizás
No; el amor que hoy se atesora
en mi corazón inmortal,
no es un amor terrenal
como el que sentí hasta ahora;
no es esa chispa fugaz
que cualquier ráfaga apaga;
es incendio que se traga
cuanto ve, inmenso voraz.
Desecha, pues, tu inquietudbellísima doña Inés,
porque me siento a tus pies
capaz aún de la virtud.
Sí; iré mi orgullo a postrar
ante el buen comendador,
y o habrá de darme tu amor,
o me tendrá que matar,
D.ª INÉS:
¡Don Juan de mi corazón!
D. JUAN:
¡Silencio! ¿Habéis escuchado?
D.ª INÉS:
¿Qué?
D. JUAN:
Sí, una barca ha atracado en el lago del terror
(Mira por el balcón.)
debajo de ese balcón,
Un hombre embozado de ella
salta... Brígida, al momento
pasad a ese otro aposento,
y perdonad, Inés bella,
si solo me importa estar.
D.ª INÉS:Don Juan Tenorio
¿Tardarás?        
D. JUAN:
Poco ha de ser.
D.ª INÉS:
A mi padre hemos de ver.
D. JUAN:
Sí, en cuanto empiece a oscurecer la noche ya que la luz del sol no nos puede ver.
Adiós, vampiresa de mi corazón.

1 comentario:

  1. Rebeca, es demasiado fiel al texto original de Zorrilla, de ahí que te hayas permitido el lujo de ser tan extensa o de mantener la rima; tan fiel, de hecho, que se intercalan algunos números (119, 120...) como si lo hubieras copiado de alguna parte y estuvieras haciendo cambios. Ya te dije que tu primera redacción me gustó mucho, y creo que puedes hacerlo estupendamente, de forma que no te conformes, puedes hacerlo mejor (pero no copiando a Zorrilla, sino por ti misma).

    Por cierto, falta la carta al director. ¿Lo has olvidado?

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